Infecciones del tracto urinario
Infección Urinaria
http://www.sap.org.ar/staticfiles/actividades/congresos/congre2004/pedamb/ponencias/s086.htm
Infección del tracto urinario
http://escuela.med.puc.cl/paginas/publicaciones/manualped/ituped.html
Infección del tracto
urinario en niños
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bvrevistas/paediatrica/v03_n1/infecci%C3%B3n.htm
Se la describe como una de las infecciones más frecuentes en
niños luego de aquellas que comprometen al tracto respiratorio y digestivo.
Aproximadamente, la mitad de los pacientes con infección urinaria sintomática,
y el 80% de aquellos con bacteriuria asintomática tendrán una recurrencia luego
del tratamiento.
Es la invasión, colonización y multiplicación de gérmenes en
el tracto urinario. Puede estar asociada con malformaciones de la vía urinaria,
por lo que debe estudiarse con cuidado y diagnosticarse lo más tempranamente
posible para evitar el daño irreversible del riñón.
Según la localización, la infección se denomina cistitis, definida como la infección
localizada en la vejiga; pielonefritis
aguda (PNA), que es el compromiso bacteriano agudo del parénquima
renal; pielonefritis crónica,
que suele usarse indistintamente para: a) determinadas lesiones histológicas
renales; b) alteraciones radiológicas consistentes en un riñón pequeño o que no
crece, cálices deformados y retracción cortical en la zona correspondiente del
contorno renal (cicatriz renal), y c) frecuentes recurrencias de la infección o
excreción continua de bacterias por la orina; uretritis o abacteriuria sintomática, en la cual, aunque
existe la sintomatología de infección del tracto urinario (ITU), no es posible
demostrar la presencia de bacterias, y bacteriurias asintomáticas, cultivo
significativo de gérmenes en la orina sin sintomatología clínica.
Datos Epidemiológicos
Al nacer, el riesgo de tener durante la infancia una ITU es
del 3% en la niña y del 1% en el niño. En el recién nacido y el lactante menor,
representa el 0,8% de todas las infecciones, siendo algo más frecuente en
hombres que en mujeres. La relación es de 1,1 a 1. En mayores de dos años, la
frecuencia se invierte, siendo cinco veces más común en las mujeres.
En niños febriles menores de 5 años, la frecuencia de ITU es
de 1,7%, en los menores de 2 años de 4,1% y sube a 7,5% en los menores de 3
meses febriles. Entre el 18-50% de las ITU sintomáticas tienen reflujo
vesicoureteral (RVU) y el 10-15% alguna malformación congénita del árbol
urinario.
La tasa de recurrencias en el primer año, después de
diagnosticada una ITU, es del 30% en niños y del 40% en niñas y cuando se trata
de la 2 o 3 ITU, la tasa de recurrencia excede el 60 al 70%. Entre un 5 a un
10% desarrolla cicatrices renales, pudiendo terminar con hipertensión,
insuficiencia renal o ambas.
Etiología
Los agentes etiológicos aislados en la orina suelen ser
gérmenes Gram negativos, que habitan en el intestino, sin ser ordinariamente
enteropatógenos. El germen causal más corriente es el Escherichia
coli de serotipos 01, 04, 08, 025 y 075. Le siguen en menor frecuencia: Proteus,
Klebsiella, Enterobacter y Pseudomonas.
Gérmenes Gram positivos son raros a excepción
del Streptococcus fecalis (enterococo). Se presentan habitualmente
como cultivos puros. Sólo el 1,5% de los cultivos son mixtos y por lo general
corresponden a infecciones secundarias a instrumentación urológica o
posquirúrgica.
Las cepas de E. coli que producen ITU tienen más
cantidad de antígeno Kl, producen más hemolisinas, exotoxinas que dañan el
uroepitelio interfiriendo con la acción de los leucocitos polimorfonucleares,
son más resistentes al suero bactericida y al pH ácido de la orina, y tienen
motilidad, dada por los flagelos. Hay una correlación significativa entre la
capacidad de adhesividad del germen a las células epiteliales periuretrales y
la severidad de la ITU. Esta propiedad bacteriana está asociada con los
llamados pili o fimbrae, que son finas prolongaciones proteicas que tapizan la
bacteria. La E. coli tiene tres tipos de pili o fimbrae. Los del tipo
1 son importantes en la colonización del introito, uretra y vejiga. Los del
tipo P y posiblemente los tipo X pertenecen a cepas que producen infecciones
urinarias altas.
Vías de infección
El agente bacteriano puede llegar a la orina siguiendo tres
vías: ascendente, hematógena o por contigüidad. Esta última tiene escasa
importancia. La vía hematógena se
encuentra en la sepsis, especialmente en los recién nacidos. Por lo general,
para que se produzca, es necesaria la concurrencia de otros factores tales como
disminución en la perfusión sanguínea renal, congestión vascular, traumatismo o
disminución del flujo urinario. Este mecanismo opera sólo en un 3% de las ITU.
Los agentes infecciosos más frecuentes son Staphylococcus,
Pseudomonas y Salmonella sp. siendo el compromiso renal una
consecuencia de un foco infeccioso de otro origen.
En principal mecanismo de infección es el ascendente, en el que la colonización
vesical se produce a partir de bacterias que migran por la uretra, se
multiplican en la vejiga y desde allí colonizan el riñón. El punto de partida
es la colonización periuretral y del vestibulo vaginal en la mujer. La
introducción de sondas, traumatismo mínimo o simplemente, turbulencias de la
orina al terminar la micción pueden favorecer el ascenso a la vejiga de los
gérmenes. Esto se ve claramente favorecido por lo corto de la uretra femenina,
explicado por qué la mujer tiene infecciones 9 veces más frecuentes que el
hombre.
Ya dentro de la vejiga, el microorganismo debe enfrentar
tres tipos de mecanismos defensivos: 1) el lavado vesical que produce cada
micción con reentrada de orina fresca; 2) la capacidad lítica de la mucosa
vesical que es facilitada por un residuo posmiccional menor de 1 ml permitiendo
el contacto del germen con la pared, y 3) la actividad inhibitoria de algunos
constituyentes de la orina: inmunoglobulinas A y G, alto contenido de amonio y
urea, pH bajo, lisozima y proteína de Tamm-Hosfall o urosomucoide,
glucoproteina secretada por el túbulo renal que impide la adherencia de los
gérmenes al uroepitelio.
El ascenso de las bacterias al riñón se efectúa sobre todo
por reflujo de orina desde el uréter (RVU). Este reflujo puede deberse a
alteraciones del desarrollo embriológico, a patología adquirida (traumatismo de
médula espinal, tumores vesicales) o puede ser producido, transitoriamente, por
la inflamación de la pared de la vejiga en el curso de una infección. En
ausencia de RVU, el ascenso puede explicarse por la atonía ureteral inducida
por algunas toxinas bacterianas, como también por ectasia secundaria a
uropatías obstructivas. Estos factores predisponentes deben buscarse en toda
ITU.
Las ITU bajas no producen anticuerpos demostrables en el
suero o en la orina a menos que la cistitis sea de gran magnitud. Pero en las
infecciones altas (pielonefritis) es frecuente que los gérmenes urinarios se
eliminen recubiertos de anticuerpos, hecho que se ha utilizado como marcador
para diferenciar el sitio de la ITU.
Manifestación
Clínica:
Los síntomas no son muy específicos y dependen de la
localización de la infección, edad, asociación con uropatías obstructivas, RVU
o con enfermedades sistémicas.
·
En el recién nacido se caracteriza por la
intensidad de los signos generales, como fiebre, trastornos digestivos,
deshidratación, acidosis metabólica e ictericia que evidencian un estado séptico.
Otras veces, su único signo es el aplanamiento de la curva de peso.
·
En el lactante es frecuente un cuadro infeccioso
prolongado, con fiebre, acompañado o no de diarrea y vómitos, inapetencia,
retardo del crecimiento y palidez. En el examen físico no se encuentran signos
positivos fuera de las características del cuadro infeccioso. Es importante
señalar que tanto en el recién nacido como en el lactante, los signos clínicos
pueden deberse a la infección o bien a la malformación urológica subyacente.
Las anormalidades en la micción, disuria, poliaquiuria, urgencia miccional o
presencia de globo vesical, hacen sospechar un proceso obstructivo de las vías
urinarias.
·
En el preescolar y el escolar los síntomas se
orientan al árbol urinario: disuria, poliaquiuria, enuresis secundaria, fiebre,
hematuria y orinas de mal olor. A veces, estas manifestaciones del árbol
urinario se asocian con dolores lumbares.
La ITU tiene una gran tendencia a
la recurrencia; el 40% recurre dentro de los primeros seis meses de
diagnosticada la primera infección. Se reconocen dos formas de recurrencia: a)
recaída, es la debida al mismo tipo de germen. Ocurre por lo general cuando la
bacteriuria es renal y se produce habitualmente dentro de la primera semana de
suspendido el tratamiento y b) reinfección, es la ocasionada por un
microorganismo de diferente serotipo del que causó la infección previa. Suele
producirse en las bacteriurias vesicales y se presenta semanas o meses después
del tratamiento de la infección previa. La gran mayoría de recurrencias de ITU
en pediatría son reinfecciones causadas por un microorganismo idéntico a los de
la flora intestinal.
Diagnóstico
La presencia de más de 100.000 colonias en forma repetida en
un examen bacteriológico de orina, recogida por segundo chorro o recolector, o
la aparición de cualquier número de colonias en una orina obtenida por punción
vesical o de cifras intermedias (30.000 colonias) en la cateterización uretral,
es la confirmación de una ITU.
Resultados falsos positivos pueden encontrarse en: a) orinas
contaminadas con deposiciones o secreciones vaginales; b) recolectores
colocados durante más de 30-40 minutos; c) demora en el envío de la muestra de
orina al laboratorio, falta de refrigeración o uso de desinfectantes contaminados,
y d) contaminación en el laboratorio.
Resultados falsos negativos pueden observarse en: a)
tratamiento antibiótico reciente (la muestra debe tomarse por lo menos 5 días
después de suspendido el antibiótico no profiláctico); b) gérmenes de difícil
desarrollo (formas L); c) orina muy diluida o de baja densidad; d) el uso de
desinfectantes locales, y e) obstrucción completa del lado infectado.
Pueden usarse métodos de orientación diagnóstica. Entre los
más corrientes contamos con la tinción de Gram. Si aparece uno o más gérmenes
gramnegativos por campo, corresponde a recuentos superiores a 100 .000 colonias
por ml.
Sedimento de orina: Se
considera piuria o leucocituria patológica la presencia de 5 o más piocitos o
leucocitos por campo, en orina centrifugada durante 3 minutos a 1.500
revoluciones por minuto. La aparición de dos sedimentos alterados en exámenes
sucesivos es muy sospechosa de ITU.
Localización de la
infección
La fiebre, el dolor lumbar, los signos clínicos de
compromiso sistémico y las alteraciones de laboratorio propias de la fase aguda
(leucocitosis, neutrofilia, aumentos de la velocidad de eritrosedimentación y
de la proteína C reactiva) son mucho más frecuentes entre los pacientes con ITU
que desarrollan recurrencias y cicatriz renal. Estos parámetros son
insuficientes para detectar todas las ITU altas, inconveniente que adquiere
particular relevancia en niños pequeños, en quienes la frecuencia de PNA sería
subestimada, debido a las manifestaciones inespecíficas de la enfermedad. Por
otra parte, la vulnerabilidad renal a la agresión aumenta en forma directamente
proporcional con la tardanza del tratamiento e inversa con la edad.
El examen de orina completo tampoco es un elemento útil para
determinar la localización, salvo por la presencia de cilindros leucocitarios en el sedimento, que orientan hacia un
compromiso parenquimatoso renal.
La cintigrafía renal estática (CRE) con ácido
dimercaptosuccinico marcado con tecnecio-99m (99mTc DMSA), basada en la
afinidad de este compuesto con las células tubulares, ha sido propuesta como un
examen de alto rendimiento, tanto en el diagnóstico de localización de la ITU
como en la pesquisa de lesiones cicatrizales (Gold Standard). Durante la fase
aguda de la enfermedad, es posible observar zonas hipocaptantes en más del 85%
de los casos de PNA histológicamente comprobados. La disminución global de
captación y diferencias en función renal diferencial, superiores a 12% entre
ambos riñones, reflejan la existencia de áreas de isquemia y estos hallazgos se
encuentran fuertemente asociados con los signos clásicos de PNA. La correlación
con la histopatología renal revela que la sensibilidad del centellograma
decrece cuando la magnitud del compromiso de la función renal relativa es
inferior al 15 por ciento.
Urge detectar la asociación de infección en el primer
episodio, cualquiera que sea su posible localización inicial, con
malformaciones urológicas o con RVU. Se define como RVU el paso retrógrado de
orina desde la vejiga al uréter por una unión ureterovesical deficiente.
Según su grado de severidad en la uretrocistografía
miccional seriada (UCG) el RVU se clasifica en grados I al V de acuerdo con la
clasificación internacional. Esta clasificación divide el RVU en grado I, aquel
donde el reflujo alcanza sólo el uréter; grado II, cuando compromete el uréter
y el sistema pielocaliciario; grado III, igual al anterior, pero con dilatación
moderada y leve tortuosidad ureteral; grado IV, con uréter muy dilatado y
tortuoso, eversión de los cálices y atrofia parenquimatosa secundaria, y grado
V, aquel reflujo masivo con dilatación y tortuosidad acentuada.
Esta clasificación tiene mucha importancia en la decisión
terapéutica y en el pronóstico. En general, a mayor severidad del RVU menor es
la probabilidad de resolución espontánea y mayor la probabilidad de daño
parenquimatoso renal secundario.
El manejo de la ITU incluye el diagnóstico temprano,
tratamiento antibiótico oportuno y efectivo, estudio de imágenes y, cuando es
necesario, cirugía correctora. El diagnóstico temprano requiere un alto grado
de sospecha por parte del pediatra, en especial en lactantes y preescolares,
cuyos síntomas y signos clínicos son poco específicos. Esto es particularmente
importante en los menores de 3 años con ITU febriles, con compromiso del estado
general en quienes, una vez obtenido los exámenes de orina y los cultivos
(orina y sangre), debe iniciarse terapia antimicrobiana para minimizar el
riesgo de daño renal.
Tratamiento: El
tratamiento comprende cuatro etapas que se describen seguidamente.
Tratamiento médico
Todos los antibióticos se usan durante 7-10 días, ya que no
hay diferencia en el número de recaídas con esta terapia comparada con otra que
se prolonga durante 2 semanas a 2 meses. Cinco días después de suspendido el
tratamiento, se realiza urocultivo de control. El uso de dosis únicas en el
tratamiento de la ITU no ha sido convenientemente evaluado en pediatría. La ITU
febril, especialmente si se trata de recién nacidos o lactantes menores, debe
manejarse con terapia intravenosa
Cuando el compromiso del estado general es importante,
además del tratamiento antimicrobiano se administra terapia sintomática,
específicamente analgésica y antipirética. Es recomendable, también, aumentar
el suministro hídrico. El reposo en cama sólo se aconseja cuando hay un
compromiso importante del estado general. La hospitalización se plantea en los
lactantes menores y cuando el diagnóstico no está aclarado. Tratado el cuadro
infeccioso, se debe procurar que el niño tenga micciones regulares, frecuentes
y completas. Ante las infecciones asintomáticas, la posibilidad de la
abstención terapéutica se plantea cada vez más, especialamente en la edad
escolar.
El manejo de la disfunción vesical incluye drogas
anticolinégicas, técnicas de refuerzo y entrenamiento vesical. Generalmente
mejora con el desarrollo del niño con o sin tratamiento. La mayoría de los
pacientes pueden discontinuar la terapia farmacológica a medida que se hacen
mayores.
Antibióticos para el tratamiento oral de la Infección Urinaria
Antibiótico
|
Dosis mg/Kg /24 hrs.
|
Intervalo horario
|
Cotrimoxazol
|
||
Sulfametazol
|
40
|
c/12 hrs
|
Trimetroprima
|
8
|
c/12 hrs
|
Nitrofurantoína
|
5 - 7
|
c/12 hrs
|
Amoxicilina
|
50
|
c/ 8 hrs
|
Cefadroxilo
|
50
|
c/12 hrs
|
Cefalexima
|
50
|
c/ 6 hrs
|
Cefixima
|
8
|
c/12 hrs
|
Antibióticos para el tratamiento intravenoso de la Infección Urinaria
Antibiótico
|
Dosis mg/kg/24 hrs
|
Intervalo horario
|
Ceftriazona
Cefotaxima
Ceftazidima
Amikacina*
|
75
150
150
10-15
|
c/ 12-24 hrs
c/ 6-8 hrs
c/ 6-8 hrs
c/ 12 hrs
|
* En alergias a las cefalosporinas de 3ra. generación,
controlar la función renal.
Control clínico
bacteriológico
Una vez que la orina del paciente ha sido esterilizada, éste
debe permanecer en control con urocultivos. Si se mantienen negativos, se van
espaciando en el tiempo (al mes, 2, 3, 4 y 6 meses). Dicho procedimiento se
debe al alto grado de recurrencias de la ITU, un tercio de las cuales son
asintomáticas. En el manejo de la ITU recurrente con normalidad radiológica y
en aquellos con RVU I y II, se aconseja tratamiento profiláctico durante 6 o 12
meses. La tendencia actual es el tratamiento cada vez más breve del brote
infeccioso y una profilaxis cada vez más larga de la recidiva.
Está comprobado que
manteniendo la orina aséptica se evita el daño renal (pielonefritis crónica,
nefropatía del reflujo); si éste ya existe, se evita el progreso de las
lesiones ya constituidas. Se utiliza en la profilaxis de la ITU la
nitrofurantoina 2 mg/kg y el cefadroxilo 10 mg/kg cada 24 horas como drogas de
primera elección.
Estudio por imágenes
Para descartar malformaciones genéticas, obstrucción o RVU,
o ambas, debe efectuarse un estudio por imágenes, que supone ultrasonografía
renal (US) y uretrocistografía miccional (UCG) seriada. La US revelará número,
forma y tamaño de los riñones y uréteres, tamaño comparativo de las pelvis
renales y los cálices y características de la vejiga. La dilatación,
tortuosidad unilateral o bilateral de los uréteres, junto con la dilatación del
sistema pielocalicial, orientará hacia el diagnóstico de obstrucción ureteropelviana
o RVU. Las escotaduras o melladuras del contorno renal, disminución de tamaño
de éste, o ambas, particularmente en presencia de las anteriores imágenes
descritas, hacen sospechar una nefropatía del reflujo. También las litiasis,
otras malformaciones anatómicas, se detectan como tumores o formaciones
quísticas renales.
La UCG miccional seriada nos informará de residuos
posmiccionales de orina, capacidad vesical, obstrucción a nivel uretral por
valvas uretrales, divertículos vesicales, estenosis de la uretra en particular
la femenina, y fundamentalmente presencia de RVU, para cuyo diagnóstico tiene
un alto rendimiento.
La cintigrafía renal (99mTc-DMSA) está indicada en todo
paciente en quien se sospecha pielonefritis; paciente con estudio radiológico
normal que tiene numerosas ITU; niños con recaída sintomática de ITU, estando
en tratamiento antibiótico preventivo, y niños mayores de 6 años con RVU
persistente y moderado en tratamiento profiláctico por largo tiempo.
Tratamiento
quirúrgico
Ofrece una excelente posibilidad de éxitos en el tratamiento
del RVU grado IV - V y la uropatía obstructiva, y reduce mucho el riesgo de
nefropatía del reflujo. Los controles posoperatorios deben realizarse con
urocultivos seriados todos los meses y radiológicos anuales. Los controles
también pueden realizarse con radioisótopos y ultrasonografía renal, métodos
que tienden a disminuir el riesgo de irradiación. Cualquiera que sea la forma
de tratamiento utilizada, se necesita una observación prolongada con el objeto
de prevenir episodios de ITU, detectar en forma temprana las complicaciones de
la cirugía y controlar el desarrollo de hipertensión e insuficiencia renal.
Por último, es importante recordar que el diagnóstico y
pronóstico de la infección urinaria surge de una amalgama de factores. El
pediatra debe tener presente que la infección urinaria debe ser: sospechada por
la clínica, comprobada bacteriológicamente, estudiada urorradiológicamente,
tratada con el antibiótico indicado y controlada por el tiempo adecuado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario