martes, 29 de noviembre de 2011

Infecciones del tracto urinario

Y aprovechando el respiro que me da el congreso y la libertad de pasar mas tiempo por acá dejo mi reporte sobre Infecciones del Tracto Urinario...


Infecciones del tracto urinario


Infección Urinaria

http://www.sap.org.ar/staticfiles/actividades/congresos/congre2004/pedamb/ponencias/s086.htm

Infección del tracto urinario

http://escuela.med.puc.cl/paginas/publicaciones/manualped/ituped.html

Infección del tracto urinario en niños

http://sisbib.unmsm.edu.pe/bvrevistas/paediatrica/v03_n1/infecci%C3%B3n.htm


Se la describe como una de las infecciones más frecuentes en niños luego de aquellas que comprometen al tracto respiratorio y digestivo. Aproximadamente, la mitad de los pacientes con infección urinaria sintomática, y el 80% de aquellos con bacteriuria asintomática tendrán una recurrencia luego del tratamiento.

Es la invasión, colonización y multiplicación de gérmenes en el tracto urinario. Puede estar asociada con malformaciones de la vía urinaria, por lo que debe estudiarse con cuidado y diagnosticarse lo más tempranamente posible para evitar el daño irreversible del riñón.

Según la localización, la infección se denomina cistitis, definida como la infección localizada en la vejiga; pielonefritis aguda (PNA), que es el compromiso bacteriano agudo del parénquima renal; pielonefritis crónica, que suele usarse indistintamente para: a) determinadas lesiones histológicas renales; b) alteraciones radiológicas consistentes en un riñón pequeño o que no crece, cálices deformados y retracción cortical en la zona correspondiente del contorno renal (cicatriz renal), y c) frecuentes recurrencias de la infección o excreción continua de bacterias por la orina; uretritis o abacteriuria sintomática, en la cual, aunque existe la sintomatología de infección del tracto urinario (ITU), no es posible demostrar la presencia de bacterias, y bacteriurias asintomáticas, cultivo significativo de gérmenes en la orina sin sintomatología clínica.

Datos Epidemiológicos
Al nacer, el riesgo de tener durante la infancia una ITU es del 3% en la niña y del 1% en el niño. En el recién nacido y el lactante menor, representa el 0,8% de todas las infecciones, siendo algo más frecuente en hombres que en mujeres. La relación es de 1,1 a 1. En mayores de dos años, la frecuencia se invierte, siendo cinco veces más común en las mujeres.

En niños febriles menores de 5 años, la frecuencia de ITU es de 1,7%, en los menores de 2 años de 4,1% y sube a 7,5% en los menores de 3 meses febriles. Entre el 18-50% de las ITU sintomáticas tienen reflujo vesicoureteral (RVU) y el 10-15% alguna malformación congénita del árbol urinario.

La tasa de recurrencias en el primer año, después de diagnosticada una ITU, es del 30% en niños y del 40% en niñas y cuando se trata de la 2 o 3 ITU, la tasa de recurrencia excede el 60 al 70%. Entre un 5 a un 10% desarrolla cicatrices renales, pudiendo terminar con hipertensión, insuficiencia renal o ambas.

Etiología

Los agentes etiológicos aislados en la orina suelen ser gérmenes Gram negativos, que habitan en el intestino, sin ser ordinariamente enteropatógenos. El germen causal más corriente es el Escherichia coli de serotipos 01, 04, 08, 025 y 075. Le siguen en menor frecuencia: Proteus, Klebsiella, Enterobacter y Pseudomonas. 
Gérmenes Gram positivos son raros a excepción del Streptococcus fecalis (enterococo). Se presentan habitualmente como cultivos puros. Sólo el 1,5% de los cultivos son mixtos y por lo general corresponden a infecciones secundarias a instrumentación urológica o posquirúrgica.

Las cepas de E. coli que producen ITU tienen más cantidad de antígeno Kl, producen más hemolisinas, exotoxinas que dañan el uroepitelio interfiriendo con la acción de los leucocitos polimorfonucleares, son más resistentes al suero bactericida y al pH ácido de la orina, y tienen motilidad, dada por los flagelos. Hay una correlación significativa entre la capacidad de adhesividad del germen a las células epiteliales periuretrales y la severidad de la ITU. Esta propiedad bacteriana está asociada con los llamados pili o fimbrae, que son finas prolongaciones proteicas que tapizan la bacteria. La E. coli tiene tres tipos de pili o fimbrae. Los del tipo 1 son importantes en la colonización del introito, uretra y vejiga. Los del tipo P y posiblemente los tipo X pertenecen a cepas que producen infecciones urinarias altas.

Vías de infección
El agente bacteriano puede llegar a la orina siguiendo tres vías: ascendente, hematógena o por contigüidad. Esta última tiene escasa importancia. La vía hematógena se encuentra en la sepsis, especialmente en los recién nacidos. Por lo general, para que se produzca, es necesaria la concurrencia de otros factores tales como disminución en la perfusión sanguínea renal, congestión vascular, traumatismo o disminución del flujo urinario. Este mecanismo opera sólo en un 3% de las ITU. Los agentes infecciosos más frecuentes son Staphylococcus, Pseudomonas y Salmonella sp. siendo el compromiso renal una consecuencia de un foco infeccioso de otro origen.

En principal mecanismo de infección es el ascendente, en el que la colonización vesical se produce a partir de bacterias que migran por la uretra, se multiplican en la vejiga y desde allí colonizan el riñón. El punto de partida es la colonización periuretral y del vestibulo vaginal en la mujer. La introducción de sondas, traumatismo mínimo o simplemente, turbulencias de la orina al terminar la micción pueden favorecer el ascenso a la vejiga de los gérmenes. Esto se ve claramente favorecido por lo corto de la uretra femenina, explicado por qué la mujer tiene infecciones 9 veces más frecuentes que el hombre.

Ya dentro de la vejiga, el microorganismo debe enfrentar tres tipos de mecanismos defensivos: 1) el lavado vesical que produce cada micción con reentrada de orina fresca; 2) la capacidad lítica de la mucosa vesical que es facilitada por un residuo posmiccional menor de 1 ml permitiendo el contacto del germen con la pared, y 3) la actividad inhibitoria de algunos constituyentes de la orina: inmunoglobulinas A y G, alto contenido de amonio y urea, pH bajo, lisozima y proteína de Tamm-Hosfall o urosomucoide, glucoproteina secretada por el túbulo renal que impide la adherencia de los gérmenes al uroepitelio.

El ascenso de las bacterias al riñón se efectúa sobre todo por reflujo de orina desde el uréter (RVU). Este reflujo puede deberse a alteraciones del desarrollo embriológico, a patología adquirida (traumatismo de médula espinal, tumores vesicales) o puede ser producido, transitoriamente, por la inflamación de la pared de la vejiga en el curso de una infección. En ausencia de RVU, el ascenso puede explicarse por la atonía ureteral inducida por algunas toxinas bacterianas, como también por ectasia secundaria a uropatías obstructivas. Estos factores predisponentes deben buscarse en toda ITU.

Las ITU bajas no producen anticuerpos demostrables en el suero o en la orina a menos que la cistitis sea de gran magnitud. Pero en las infecciones altas (pielonefritis) es frecuente que los gérmenes urinarios se eliminen recubiertos de anticuerpos, hecho que se ha utilizado como marcador para diferenciar el sitio de la ITU.

Manifestación Clínica:
Los síntomas no son muy específicos y dependen de la localización de la infección, edad, asociación con uropatías obstructivas, RVU o con enfermedades sistémicas.
·          En el recién nacido se caracteriza por la intensidad de los signos generales, como fiebre, trastornos digestivos, deshidratación, acidosis metabólica e ictericia que evidencian un estado séptico. Otras veces, su único signo es el aplanamiento de la curva de peso.
·          En el lactante es frecuente un cuadro infeccioso prolongado, con fiebre, acompañado o no de diarrea y vómitos, inapetencia, retardo del crecimiento y palidez. En el examen físico no se encuentran signos positivos fuera de las características del cuadro infeccioso. Es importante señalar que tanto en el recién nacido como en el lactante, los signos clínicos pueden deberse a la infección o bien a la malformación urológica subyacente. Las anormalidades en la micción, disuria, poliaquiuria, urgencia miccional o presencia de globo vesical, hacen sospechar un proceso obstructivo de las vías urinarias.
·          En el preescolar y el escolar los síntomas se orientan al árbol urinario: disuria, poliaquiuria, enuresis secundaria, fiebre, hematuria y orinas de mal olor. A veces, estas manifestaciones del árbol urinario se asocian con dolores lumbares.

La ITU tiene una gran tendencia a la recurrencia; el 40% recurre dentro de los primeros seis meses de diagnosticada la primera infección. Se reconocen dos formas de recurrencia: a) recaída, es la debida al mismo tipo de germen. Ocurre por lo general cuando la bacteriuria es renal y se produce habitualmente dentro de la primera semana de suspendido el tratamiento y b) reinfección, es la ocasionada por un microorganismo de diferente serotipo del que causó la infección previa. Suele producirse en las bacteriurias vesicales y se presenta semanas o meses después del tratamiento de la infección previa. La gran mayoría de recurrencias de ITU en pediatría son reinfecciones causadas por un microorganismo idéntico a los de la flora intestinal.

Diagnóstico

La presencia de más de 100.000 colonias en forma repetida en un examen bacteriológico de orina, recogida por segundo chorro o recolector, o la aparición de cualquier número de colonias en una orina obtenida por punción vesical o de cifras intermedias (30.000 colonias) en la cateterización uretral, es la confirmación de una ITU.

Resultados falsos positivos pueden encontrarse en: a) orinas contaminadas con deposiciones o secreciones vaginales; b) recolectores colocados durante más de 30-40 minutos; c) demora en el envío de la muestra de orina al laboratorio, falta de refrigeración o uso de desinfectantes contaminados, y d) contaminación en el laboratorio.
Resultados falsos negativos pueden observarse en: a) tratamiento antibiótico reciente (la muestra debe tomarse por lo menos 5 días después de suspendido el antibiótico no profiláctico); b) gérmenes de difícil desarrollo (formas L); c) orina muy diluida o de baja densidad; d) el uso de desinfectantes locales, y e) obstrucción completa del lado infectado.

Pueden usarse métodos de orientación diagnóstica. Entre los más corrientes contamos con la tinción de Gram. Si aparece uno o más gérmenes gramnegativos por campo, corresponde a recuentos superiores a 100 .000 colonias por ml.

Sedimento de orina: Se considera piuria o leucocituria patológica la presencia de 5 o más piocitos o leucocitos por campo, en orina centrifugada durante 3 minutos a 1.500 revoluciones por minuto. La aparición de dos sedimentos alterados en exámenes sucesivos es muy sospechosa de ITU.

Localización de la infección
La fiebre, el dolor lumbar, los signos clínicos de compromiso sistémico y las alteraciones de laboratorio propias de la fase aguda (leucocitosis, neutrofilia, aumentos de la velocidad de eritrosedimentación y de la proteína C reactiva) son mucho más frecuentes entre los pacientes con ITU que desarrollan recurrencias y cicatriz renal. Estos parámetros son insuficientes para detectar todas las ITU altas, inconveniente que adquiere particular relevancia en niños pequeños, en quienes la frecuencia de PNA sería subestimada, debido a las manifestaciones inespecíficas de la enfermedad. Por otra parte, la vulnerabilidad renal a la agresión aumenta en forma directamente proporcional con la tardanza del tratamiento e inversa con la edad.

El examen de orina completo tampoco es un elemento útil para determinar la localización, salvo por la presencia de cilindros leucocitarios en el sedimento, que orientan hacia un compromiso parenquimatoso renal.

La cintigrafía renal estática (CRE) con ácido dimercaptosuccinico marcado con tecnecio-99m (99mTc DMSA), basada en la afinidad de este compuesto con las células tubulares, ha sido propuesta como un examen de alto rendimiento, tanto en el diagnóstico de localización de la ITU como en la pesquisa de lesiones cicatrizales (Gold Standard). Durante la fase aguda de la enfermedad, es posible observar zonas hipocaptantes en más del 85% de los casos de PNA histológicamente comprobados. La disminución global de captación y diferencias en función renal diferencial, superiores a 12% entre ambos riñones, reflejan la existencia de áreas de isquemia y estos hallazgos se encuentran fuertemente asociados con los signos clásicos de PNA. La correlación con la histopatología renal revela que la sensibilidad del centellograma decrece cuando la magnitud del compromiso de la función renal relativa es inferior al 15 por ciento.

Urge detectar la asociación de infección en el primer episodio, cualquiera que sea su posible localización inicial, con malformaciones urológicas o con RVU. Se define como RVU el paso retrógrado de orina desde la vejiga al uréter por una unión ureterovesical deficiente.
Según su grado de severidad en la uretrocistografía miccional seriada (UCG) el RVU se clasifica en grados I al V de acuerdo con la clasificación internacional. Esta clasificación divide el RVU en grado I, aquel donde el reflujo alcanza sólo el uréter; grado II, cuando compromete el uréter y el sistema pielocaliciario; grado III, igual al anterior, pero con dilatación moderada y leve tortuosidad ureteral; grado IV, con uréter muy dilatado y tortuoso, eversión de los cálices y atrofia parenquimatosa secundaria, y grado V, aquel reflujo masivo con dilatación y tortuosidad acentuada.

Esta clasificación tiene mucha importancia en la decisión terapéutica y en el pronóstico. En general, a mayor severidad del RVU menor es la probabilidad de resolución espontánea y mayor la probabilidad de daño parenquimatoso renal secundario.

El manejo de la ITU incluye el diagnóstico temprano, tratamiento antibiótico oportuno y efectivo, estudio de imágenes y, cuando es necesario, cirugía correctora. El diagnóstico temprano requiere un alto grado de sospecha por parte del pediatra, en especial en lactantes y preescolares, cuyos síntomas y signos clínicos son poco específicos. Esto es particularmente importante en los menores de 3 años con ITU febriles, con compromiso del estado general en quienes, una vez obtenido los exámenes de orina y los cultivos (orina y sangre), debe iniciarse terapia antimicrobiana para minimizar el riesgo de daño renal.

Tratamiento: El tratamiento comprende cuatro etapas que se describen seguidamente.

Tratamiento médico
Todos los antibióticos se usan durante 7-10 días, ya que no hay diferencia en el número de recaídas con esta terapia comparada con otra que se prolonga durante 2 semanas a 2 meses. Cinco días después de suspendido el tratamiento, se realiza urocultivo de control. El uso de dosis únicas en el tratamiento de la ITU no ha sido convenientemente evaluado en pediatría. La ITU febril, especialmente si se trata de recién nacidos o lactantes menores, debe manejarse con terapia intravenosa

Cuando el compromiso del estado general es importante, además del tratamiento antimicrobiano se administra terapia sintomática, específicamente analgésica y antipirética. Es recomendable, también, aumentar el suministro hídrico. El reposo en cama sólo se aconseja cuando hay un compromiso importante del estado general. La hospitalización se plantea en los lactantes menores y cuando el diagnóstico no está aclarado. Tratado el cuadro infeccioso, se debe procurar que el niño tenga micciones regulares, frecuentes y completas. Ante las infecciones asintomáticas, la posibilidad de la abstención terapéutica se plantea cada vez más, especialamente en la edad escolar.

El manejo de la disfunción vesical incluye drogas anticolinégicas, técnicas de refuerzo y entrenamiento vesical. Generalmente mejora con el desarrollo del niño con o sin tratamiento. La mayoría de los pacientes pueden discontinuar la terapia farmacológica a medida que se hacen mayores.

Antibióticos para el tratamiento oral de la Infección Urinaria

Antibiótico
Dosis mg/Kg /24 hrs.
Intervalo horario
Cotrimoxazol
Sulfametazol
40
c/12 hrs
Trimetroprima
8
c/12 hrs
Nitrofurantoína
5 - 7
c/12 hrs
Amoxicilina
50
c/ 8 hrs
Cefadroxilo
50
c/12 hrs
Cefalexima
50
c/ 6 hrs
Cefixima
8
c/12 hrs

Antibióticos para el tratamiento intravenoso de la Infección Urinaria

Antibiótico
Dosis mg/kg/24 hrs
Intervalo horario
Ceftriazona
Cefotaxima
Ceftazidima
Amikacina*
75
150
150
10-15
c/ 12-24 hrs
c/ 6-8 hrs
c/ 6-8 hrs
c/ 12 hrs
* En alergias a las cefalosporinas de 3ra. generación, controlar la función renal.

Control clínico bacteriológico
Una vez que la orina del paciente ha sido esterilizada, éste debe permanecer en control con urocultivos. Si se mantienen negativos, se van espaciando en el tiempo (al mes, 2, 3, 4 y 6 meses). Dicho procedimiento se debe al alto grado de recurrencias de la ITU, un tercio de las cuales son asintomáticas. En el manejo de la ITU recurrente con normalidad radiológica y en aquellos con RVU I y II, se aconseja tratamiento profiláctico durante 6 o 12 meses. La tendencia actual es el tratamiento cada vez más breve del brote infeccioso y una profilaxis cada vez más larga de la recidiva.
 Está comprobado que manteniendo la orina aséptica se evita el daño renal (pielonefritis crónica, nefropatía del reflujo); si éste ya existe, se evita el progreso de las lesiones ya constituidas. Se utiliza en la profilaxis de la ITU la nitrofurantoina 2 mg/kg y el cefadroxilo 10 mg/kg cada 24 horas como drogas de primera elección.

Estudio por imágenes
Para descartar malformaciones genéticas, obstrucción o RVU, o ambas, debe efectuarse un estudio por imágenes, que supone ultrasonografía renal (US) y uretrocistografía miccional (UCG) seriada. La US revelará número, forma y tamaño de los riñones y uréteres, tamaño comparativo de las pelvis renales y los cálices y características de la vejiga. La dilatación, tortuosidad unilateral o bilateral de los uréteres, junto con la dilatación del sistema pielocalicial, orientará hacia el diagnóstico de obstrucción ureteropelviana o RVU. Las escotaduras o melladuras del contorno renal, disminución de tamaño de éste, o ambas, particularmente en presencia de las anteriores imágenes descritas, hacen sospechar una nefropatía del reflujo. También las litiasis, otras malformaciones anatómicas, se detectan como tumores o formaciones quísticas renales.
La UCG miccional seriada nos informará de residuos posmiccionales de orina, capacidad vesical, obstrucción a nivel uretral por valvas uretrales, divertículos vesicales, estenosis de la uretra en particular la femenina, y fundamentalmente presencia de RVU, para cuyo diagnóstico tiene un alto rendimiento.
La cintigrafía renal (99mTc-DMSA) está indicada en todo paciente en quien se sospecha pielonefritis; paciente con estudio radiológico normal que tiene numerosas ITU; niños con recaída sintomática de ITU, estando en tratamiento antibiótico preventivo, y niños mayores de 6 años con RVU persistente y moderado en tratamiento profiláctico por largo tiempo.

Tratamiento quirúrgico
Ofrece una excelente posibilidad de éxitos en el tratamiento del RVU grado IV - V y la uropatía obstructiva, y reduce mucho el riesgo de nefropatía del reflujo. Los controles posoperatorios deben realizarse con urocultivos seriados todos los meses y radiológicos anuales. Los controles también pueden realizarse con radioisótopos y ultrasonografía renal, métodos que tienden a disminuir el riesgo de irradiación. Cualquiera que sea la forma de tratamiento utilizada, se necesita una observación prolongada con el objeto de prevenir episodios de ITU, detectar en forma temprana las complicaciones de la cirugía y controlar el desarrollo de hipertensión e insuficiencia renal.

Por último, es importante recordar que el diagnóstico y pronóstico de la infección urinaria surge de una amalgama de factores. El pediatra debe tener presente que la infección urinaria debe ser: sospechada por la clínica, comprobada bacteriológicamente, estudiada urorradiológicamente, tratada con el antibiótico indicado y controlada por el tiempo adecuado.

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